01 de julio 2012
Como olvidar el primer viaje de toda de nuestra carrera universitaria, y la primera experiencia para cada uno de nosotros. Lunahuaná a casi 3 horas de Lima, es una excelente alternativa para pasar el fin de semana y llevarse los mejores recuerdos.
El bus vino a recogernos a las 8 de la mañana para partir a Lunahuaná, nos separaba 183 kilómetros para poder disfrutar de los hermosos paisajes, el clima y como no la comida típica del lugar. Llegamos a las 11 de la mañana, nuestra primera parada fue INCAWASI, que en el habla quechua quiere decir Casa del Inca, en el lugar se podía ver restos arqueológicos, pero la mayor atracción de ahí fue sin duda el mirador la cual corría demasiado viendo, y los imponentes paisajes que rodeaba.
Entrada a Incawasi |
Después de mucho viento que desarreglaba nuestros cabellos, llego el atractivo principal: EL CANOTAJE, tuvimos que trasladarnos hasta un cierto punto, el río estaba dividido en tres ramos, el que está mas arriba es de avanzados, el del medio es de intermedios y el ultimo tramo es de principiantes donde nos dirigiremos. Al llegar tuvimos que separarnos en 4 grupos de 8 personas, se recomienda llevar una ropa de cambio y zapatillas. El guía Alfredo que nos iba acompañar en el trayecto nos dio unas indicaciones básicas.
Con la explicación hecha, estábamos listas para realizar este deporte de aventura que nos brinda mucha adrenalina antes y durante el trayecto, el tramo iba durar aproximadamente una hora y media y una parada de 15 minutos en la mitad del río Cañete.
Sandalias encontradas |
Todo iba tan bien, hasta que una de nosotras por la emoción y la adrenalina que sentíamos nos olvidamos por completo el remar todas juntas cuando Alfredo nos indicaba, eso provocó que nuestro bote se estrelle con una roca quedando atascado, haciendo que inmediatamente nosotras comencemos a retirarnos de ahí ya que el bote comenzó a voltearse, y como es de imaginarnos algunas fuimos con zapatillas y otras con sandalias como fue mi caso, que al final terminé por perder en el río. Felizmente había botes alrededor que iba junto con nosotras, que terminaron ayudándonos para que podamos seguir con el trayecto. Sin duda una anécdota que mi grupo nunca olvidará, por que fueron sentimientos encontrados en ese instante, desde desesperación, emoción, y como no la risa no podía faltar por lo que había sucedido.
Con mucha pena nos despedimos de este cálido lugar para regresar a Lima, no sin antes visitando la hacienda La Reyna de Lunahuaná y la Plaza de Armas. Pasamos un fin de semana buenazo con la combinación perfecta de relajo, adrenalina, tranquilidad, amigos y como no la comida rica, llevándonos los mejores recuerdos de aquel día.
SIN DUDA EL PRIMER VIAJE DE MUCHOS...
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